I
La impaciencia calma el cáliz de la caída solar,
Apenas distingo figuras entre los rebaños de mortales.
No pienso...
Camino meditando con ríos blancos y silentes,
La liberación se acerca.
II
Con los cristales me envuelvo para volar,
Separo la mente de la inmunda cárcel pero una cadena me constriñe,
Su anima...
No sé si es un encuentro o invento de la soledad,
Pero en un sádico juego me reconforto, vivo de nuevo.
III
Todo placer tiene castigo,
Hilar pensamientos y recuerdos es darle vivas a Damocles cuya propia voz casi lo decapitó.
Estado febril y quejumbroso, adictivo eres para mí.
Debo rehabilitarme.
SACVEN NRO. 8003
No hay comentarios.:
Publicar un comentario